Período Imperial
A mediados del siglo I a.C. Corduba cayó en manos de César y de su ejército, que no perdonaron su toma de partido por el bando pompeyano, destruyéndola y pasando por las armas a veinte mil de sus habitantes. Tras unos años de recesión la maltrecha ciudad sería refundada (tradicionalmente se ha pensado que por el propio Augusto, si bien no hay unanimidad al respecto) con el estatuto de colonia, que implicaba la plena ciudadanía romana para sus habitantes, y un nuevo patronímico que sólo conservaría algunos siglos: Colonia Patricia. Ya como capital de Baetica, la provincia más próspera de Occidente, amplió su recinto urbano hacia el sur, hasta la misma orilla del Baetis, para lo que desmanteló el lienzo meridional de la muralla republicana, llevando el espacio intramuros a unas 78 hectáreas. Esta nueva cerca dispondría de varias puertas de acceso, algunas de ellas monumentales, como la que se ubicaría bajo la posterior Puerta de Gallegos, en el lienzo occidental, o la que abría directamente al puente.
A partir de este momento la nueva Colonia Patricia inició un intenso programa de monumentalización urbana conforme a modelos importados de Roma, que se evidencia, de entrada, en la construcción de grandes edificios y en el empleo sistemático de materiales nobles como el mármol; la reorganización de la red viaria y la dotación de mejores servicios e infraestructuras, incluido un eficiente sistema de evacuación de aguas residuales bajo calles pavimentadas de losas de pudinga, o la ampliación del cardo maximus, la gran avenida que atravesaba el núcleo urbano de norte a sur, hasta los veinte metros de anchura, sumando ancho de calzada y pórticos laterales. Del mismo modo, el antiguo Foro republicano se cubrió con losas de caliza gris y se rodeó de pórticos e importantes edificios de carácter civil o administrativo, como la basílica, la curia o el tabularium. Aún no hay constatación arqueológica directa de ellos, si bien se han hallado distintos elementos arquitectónicos y escultóricos de gran tamaño que confirman su presencia, en sintonía con las trascendentes funciones que la capital de la nueva Provincia Baetica debía de tener encomendadas.
En la segunda década de nuestra Era se edifica el Forum Adiectum o Novum, inmediatamente al sur del anterior. Este nuevo complejo estaría presidido por un templo octástilo de dimensiones colosales (sólo los capiteles medían 1,60 metros de altura) a la manera del de Mars Ultor en Roma, precedido por un altar similar al Ara Pacis de Augusto, y circundado por pórticos construidos con mármoles de alta calidad procedentes de diversas zonas del Imperio. A la manera del Foro de Augusto, en Roma, presidían sus exedras los grupos escultóricos colosales de Eneas huyendo de Troya con su padre y su hijo, y de Romulo con los spolia opima, y los pórticos una galería de hijos ilustres (summi viri) de la ciudad, que responde con todo ello a las crecientes necesidades civiles, administrativas y religiosas de su nuevo papel capitalino; exponiendo, además, su firme y explícita adhesión a la Urbs y a la dinastía imperial.
La íntima relación de Colonia Patricia con Augusto queda reflejada también en el gran complejo monumental del que formó parte el templo de la calle Claudio Marcelo, inspirado de alguna manera en el de Apolo Palatino de Roma. De pórtico hexástilo y pseudoperíptero, se ubicaba en el centro de una plaza rectangular con triple pórtico construida sobre la antigua muralla, que en un claro símbolo de la Pax Augusta sirvió de escenografía colosal para dar fachada a la ciudad en su lado oriental, por donde entraba en ella la via Augusta flanqueada por el circo de la colonia. La tipología del conjunto permite atribuirle funciones de representación y honores relacionados con el culto al Emperador, tal vez, inicialmente, Claudio. Su construcción se habría iniciado bajo los auspicios de Nerón (41-54 d.C.) y completado con Domiciano (81-96 d.C.).
Un tercer espacio de culto público pudo existir en la zona de los Altos de Santa Ana, en cuyo entorno se han documentado pedestales de estatuas y retratos de algunos miembros de la familia imperial, particularmente julio-claudia. Diversas fuentes apuntan a la ubicación en esta zona de un templo bajo la advocación de Diana rodeado por un pórtico, y un posible macellum o mercado.
Para acoger los espectáculos públicos (ludi) se construyeron enormes edificios, capaces de albergar un gran número de espectadores, que marcaron con fuerza la topografía urbana. El teatro, dedicado las representaciones escénicas y diversas ceremonias religiosas y civiles, se levantó parcialmente a la griega, aprovechando la pendiente natural de la meseta en la que se ubicó la Corduba republicana, en su lado suroriental. Conformó así un complejo de terrazas escalonadas propias de una escenografía de tintes helenísticos, en cuya financiación intervinieron como comitentes algunas de las familias más preclaras y poderosas de la ciudad, en un activo ejercicio de evergetismo. Con un diámetro de 124 metros fue el mayor de Hispania, alcanzando un tamaño muy próximo al del Teatro de Marcello en Roma, del que seguiría el modelo constructivo. Los restos conservados de su cavea o graderío se localizan bajo el actual Museo Arqueológico, mientras la orchestra estaría fosilizada en la actual plaza de Jerónimo Páez, y la scaena o escenario debió quedar al sur de ésta. El edificio, cuya fachada monumental externa se articulaba en tres órdenes arquitectónicos superpuestos (dórico-toscano, jónico y corintio) sostenidos por pequeñas pilastras, colapsaría supuestamente tras el terremoto que tuvo lugar a mediados del siglo III d.C.
En el Circo se celebraban las carreras de caballos y de carros, actividades generalmente relacionadas con el culto al emperador. Sus restos han podido excavarse en el huerto del Palacio de Orive y se corresponden con los muros de sustentación del graderío norte. Su construcción se iniciaría posiblemente a mediados del siglo I d. C., y sólo estaría en uso hasta finales del siglo II d. C., cuando fue abandonado por causas aún desconocidas. Es posible que fuera sustituido por un segundo circo, ya que existe una inscripción alusiva a juegos circenses patrocinados por L. Iunius Paulinus a principios del siglo III d.C.
También extramuros, pero en el lado occidental de la ciudad, se levantó el Anfiteatro, un edificio de planta elíptica en el que tendrían lugar los “juegos de sangre” (como las luchas de gladiadores y las cacerías de animales salvajes o venationes) y las ejecuciones públicas. Este gran edificio, de planta maciza y unos 20 metros de altura, se ubicó apenas a 200 metros de distancia del recinto amurallado y su construcción obligó a una completa remodelación del suburbio, incluida la vía a Hispalis. Los restos que se han documentado en los terrenos de la antigua Facultad de Veterinaria (hoy Rectorado de la Universidad) pertenecen a una sección completa del graderío desde el podium o muro que delimitaba la arena hasta la línea de fachada. A ella se unen otras estructuras excavadas en un solar cercano, lo que ha permitido calcular provisionalmente el eje mayor de este anfiteatro en unos 178 metros. En tal caso habría sido uno de los más grandes del Imperio. Construido a mediados del siglo I d. C., debió estar en uso hasta finales del siglo III o principios del siglo IV d. C., momento en el que sus materiales comienzan a ser expoliados. Gracias a los epitafios de gladiadores recuperados en sus inmediaciones se ha planteado la ubicación en Córdoba del ludus gladiatorius hispanus, escuela de gladiadores que pudo haber abastecido de luchadores a todo el Imperio.
En el ámbito privado se impone en Corduba el modelo de domus o casa de peristilo desde finales del siglo I a. C. Se han documentado numerosos ejemplos de estas casas con patios porticados, como el localizado baja el actual Hotel Hospes del Bailío. El crecimiento demográfico de la población y la existencia de largos periodos de paz favorecieron la extensión progresiva del hábitat fuera de las murallas, generalmente en forma de barrios o vici articulados por las más importantes vías de comunicación, y no lejos de los edificios de espectáculos ubicados extramuros. Así, el aparecido en las proximidades del Anfiteatro, al oeste, o bajo la actual plaza de La Corredera, al este, que han documentado conspicuos ejemplos de domus suburbanas con mosaicos muy conocidos, como los que hoy decoran el salón homónimo del Alcázar de los Reyes Cristianos. Estos vici van desapareciendo a lo largo del siglo III d.C. Finalmente, en la vida cotidiana de los ciudadanos de Colonia Patricia fueron muy importantes los complejos termales, de los que se conservan también algunos testimonios arqueológicos de relevancia como las termas exhumadas en la calle Concepción, muy próximas a la puerta noroccidental de la ciudad romana (actual Puerta Gallegos), si bien hasta la fecha no existe ningún estudio de conjunto sobre el tema.
En la idiosincrasia propia de Colonia Patricia y sus habitantes fue fundamental el río Baetis, navegable hasta la misma ciudad para embarcaciones de poco calado. Fue la principal vía de salida de mercancías y personas hacia Roma, proporcionando a la ciudad un flujo comercial importante, tanto exportador como importador, que tenía entre sus principales productos el aceite, el vino y los cereales. El centro neurálgico de esta actividad sería el puerto, que contaría con dos infraestructuras imprescindibles al respecto: un complejo portuario como tal, en el entorno del actual Alcázar de los Reyes Cristianos, y un complejo mercantil intramuros, junto a la Puerta del Puente. Esta zona aglutinaría almacenes, espacios comerciales y áreas fabriles distribuidos a ambos lados del puente, e incluso templos o santuarios dedicados a divinidades orientales.
Extramuros destacaban las necrópolis, auténticas “ciudades de los muertos” en las que quienes pudieron permitírselo buscaron la máxima monumentalidad para sus tumbas, de amplísima tipología y fuerte impronta itálica, entre las cuales destacan por ejemplo los dos grandes túmulos circulares de 12 metros de diámetro ubicados junto a Puerta Gallegos, flanqueando el inicio de la vía Corduba-Hispalis. Desde el primer momento convivieron en ellas los ritos de la cremación y la inhumación, con primacía de la primera durante el Alto Imperio y la progresiva imposición de la segunda a partir de finales del siglo II d.C.
Por último, Colonia Patricia contó también con una importante red de acueductos, destinados a nutrir de agua corriente a centros públicos, viviendas, industrias, espacios de ocio, jardines funerarios, etc. El primero de ellos, denominado Aqua Augusta en las fuentes epigráficas (posteriormente Aqua Vetus), fue construido a inicios de la época altoimperial. En él se emplearon ingeniosos y muy efectivos sistemas de transporte y control, como los pozos de resalto o las arcuationes. En tiempos de Domiciano se construyó el Aqua Nova Domitiana Augusta, cuyos restos han sido localizados al noreste de la ciudad, junto al arroyo Pedroche. A finales del siglo I d.C. se pone en marcha un tercer acueducto para abastecer al Anfiteatro y al nuevo vicus occidental. Algunos textos literarios denominan a esta conducción Fontis Aureae Aquaeductus. Sus restos pueden contemplarse en la actual Estación de Autobuses.
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