Período Bajomedieval Cristiano
Córdoba es conquistada por las tropas del rey cristiano Fernando III en junio de 1236. En esos momentos la ciudad estaría dividida en dos sectores bien diferenciados: la Medina –que a partir de este momento será conocida como “La Villa”- y la Axerquía o Ajerquía. Ambas rodeadas por sendos cercos amurallados y conectadas entre sí a través de diferentes puertas y portillos.
Tras la conquista castellana, la Mezquita principales reutilizada y consagrada al cristianismo, como otros antiguos centros de culto islámico de la ciudad. El solar ocupado por el antiguo Alcázar andalusí se reparte entre el rey Fernando III, el obispo, algunos nobles y la Orden de Calatrava. Tradicionalmente se ha considerado que el Alcázar cristiano actual es una obra homogénea, fruto de la iniciativa de Alfonso XI en 1328. Sin embargo, la arqueología ha demostrado que buena parte de su trazado se hereda de época almohade, y que su modificación posterior no responde a un único impulso constructivo, sino que es consecuencia de la aportación constante de reformas y ampliaciones.
Buena parte del urbanismo de la ciudad almohade se mantiene en la ciudad cristiana. Las murallas conservan en esencia el mismo trazado, sobre todo la Villa. A las calles principales se preservan, y siguen cruzando la ciudad de Este a Oeste y de Norte a Sur, conectando las puertas más importantes; sin embargo, muchas de las secundarias perderán parte de su intrincada morfología previa, al irse ensanchando o al desparecer por asimilación de propiedades, originando además con frecuencia pequeñas plazas en la confluencia de varias de estas callejuelas (altozanos).
El urbanismo puramente cristiano se desarrollará en las zonas de la ciudad que hasta estos momentos habían permanecido prácticamente desiertas, como sucede en la franja de terreno situada en la Axerquía que discurre paralela al lienzo oriental de la muralla de la Villa, en la zona del Alcázar Viejo (hoy Barrio de San Basilio), o en otras partes del interior de la ciudad que hasta ese momento habían permanecido dedicadas a huertas o corral, como el sector Norte de la Axerquía, por el que discurría un arroyo intramuros (Guadalcolodro) que complicaba su habitabilidad.
La ciudad se organiza inicialmente en catorce collaciones, siete en la Villa y siete en la Axerquía, cada una de ellas presidida por una parroquia que le da nombre: Santa Marina, San Lorenzo, Santiago, Sta. María, etc. Una unidad inferior dentro de ellas son los barrios, en los que en ocasiones la gente se agrupa en función del oficio que ejerce, al existir establecimientos destinados a un fin concreto o bien por las características étnicas y/o religiosas de sus pobladores (Judería, Morería, etc.). La toponimia actual de Córdoba aún conserva muchas de estas referencias (calles de Herradores, Cedaceros, Caldereros, Especieros, Armas, etc.).
Los oficios que necesitaban un mayor uso del agua se concentraban más próximos al río, detectándose en la zona de la ribera calles con los nombres de Badanas, Tundidores, Noques… En esta parte de la ciudad, que es también un eje de paso muy frecuentado por comerciantes, surgen además numerosas posadas y mesones, asentándose allí también el barrio de la mancebía. Otro hecho de relevancia lo supone la creación de numerosos hospitales y centros asistenciales de diferente tipo, como asilos y casas destinados a albergar pobres, niños e incluso dementes.
Junto a las diferentes iglesias se situaban los cementerios vinculados a éstas, en ocasiones reflejados también en la toponimia; como la calle Cementerio, situada junto a la Iglesia de la Magdalena, o el Paseo de los Amortajados, junto a la actual Iglesia del Juramento San Rafael.
Las murallas se reparan y reconstruyen durante los siglos bajomedievales, especialmente en la Axerquía, como muestra la propia torre de la Malmuerta, levantada a principios del siglo XV. No obstante, se mantienen a grandes rasgos el trazado y dimensiones de la muralla islámica previa.
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