El Río Baetis
Desde el principio de los tiempos Corduba eligió su ubicación en función del río: se buscaba controlar los vados estacionales del río, que permitían conectar dos mundos casi antagónicos, al tiempo que dar salida a los metales de Sierra Morena y los productos agrícolas de la campiña a través de sus aguas, ya que este río era navegable hasta sus mismas puertas.
Las primeras referencias documentales a la existencia de un puente remontan al año 45 a.C., con ocasión del asedio a la ciudad por las tropas de Julio César en sus guerras civiles con los hijos de Pompeyo. En su mayor parte, este primer puente debió construirse con materiales lignarios. En época imperial, con la primera ordenación de la Via Augusta (inicios del siglo I d.C.), sería sustituido por otro de fábrica, base del actual.
La ciudad contó además con un gran puerto que convertía al río en nexo fundamental de mercancías y personas con todo el Mediterráneo. Apenas nos han llegado de él indicios arqueológicos, pero sabemos que contaba con un gran arrecife pétreo y que se ubicaría en la margen derecha del río.
Este espacio portuario contaría con todas las infraestructuras necesarias para su correcta gestión y explotación, y emplearía barcas anchas de poco calado para el transporte fluvial. Su importancia económica se vería reforzada por la existencia de numerosas instalaciones industriales, de almacenamiento y comerciales que se distribuirían a ambos lados del puente, conformando un gran barrio portuario en el extremo sur de la ciudad romana.
El puerto de Corduba perdería gran parte de su importancia a finales del siglo III d.C., cuando empieza a verse afectada su navegabilidad y adquiere protagonismo Sevilla.
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