Período Tardoislámico
La conquista de Toledo en 1085 a manos del monarca castellano Alfonso VI desencadenó una cascada de consecuencias trascendentales en el devenir político y militar de al-Andalus, y de Córdoba. La más inmediata fue el advenimiento de los ejércitos almorávides y la posterior conquista de los territorios andalusíes por parte de este imperio norteafricano de fundamentación religiosa. Desde ese momento Al-Andalus se militariza ante la amenaza de conquista cristiana y por las estacionales campañas de saqueo en territorio islámico.
En Córdoba este proceso se tradujo en la ocupación militar de la ciudad en 1091. Aunque alentado inicialmente por los ulemas o sabios malikíes, el gobierno almorávide nunca fue bien acogido por la población andalusí. Su presencia estaba justificada por la supresión de los impuestos ilegales y su avance contra el frente cristiano, pero cuando fueron perdiendo estos dos pilares se produjeron importantes conflictos con la sociedad. Un episodio que ilustra bien esta problemática tuvo lugar en 1121, cuando la población cordobesa se sublevó contra el gobernador almorávide, y el propio emir Ali ibn Yusuf tuvo que acudir a Córdoba para revertir la situación.
Durante este período la capital sigue teniendo un papel importante en al-Andalus, pero no hemos podido apreciar grandes cambios desde la arqueología, en gran medida debido a la problemática identificación del registro arqueológico general de esta etapa, una de las asignaturas pendientes en la arqueología andalusí. No obstante, en el ámbito oficial sí se pueden distinguir importantes actuaciones, como se observa en la construcción o reforma de los baños del Alcázar o enla ampliación de la muralla de la Axerquía. Las fuentes mencionan la imposición de un tributo o ta’tib por parte del emir Ali ibn Yusuf para la reconstrucción de las murallas de las principales ciudades de al-Andalus, entre las que se menciona a Córdoba. Una actuación arqueológica en el lienzo de la Ronda del Marrubial permitió descubrir la cimentación de esta estructura, fechada por los excavadores durante la primera mitad del siglo XII, y con una orientación ligeramente divergente respecto al trazado del posterior recinto cristiano en tapial del siglo XIV.
Los últimos años de la ocupación almorávide se vieron alterados por las conocidas como “segundas taifas”, durante las cuales la población cordobesa se movió entre varios bandos opuestos hasta llegar a caer temporalmente en manos del rey castellano Alfonso VII en 1146, quien la mantiene bajo vasallaje hasta la conquista almohade en 1148.
Tras años de inestabilidad bajo el control del “Rey Lobo” murciano, Ibn Mardanish, el imperio almohade consigue hacerse definitivamente con la ciudad en 1162; fecha en la que su primer califa, ‘Abd al-Mu’min, convierte de nuevo a Qurtuba en capital de al-Andalus. Dentro de la propaganda almohade, la elección de Córdoba como sede andalusí era fundamental en la legitimación de este nuevo califato. Sin embargo, esa nueva capitalidad apenas duró unos meses, ya que tras su muerte, su hijo y sucesor, Yusuf I, regresó la corte a Sevilla. Sin embargo, este cambio no frenó el resurgir de la ciudad, sede de la tradición malikí andalusí y punta de lanza frente a los reinos cristianos.
La situación histórica y geográfica de Córdoba la dotan de un papel significativo.Prueba de ello es la edificación ex novo de varias fortalezas en puntos clave de la ciudad, especialmente en las inmediaciones del alcázar: se rodea la cabecera del puente con un recinto en tapial y se crea toda una alcazaba al oeste del Alcázar, a la que pertenecería el conocido por las fuentes cristianas como Castillo Viejo de la Judería. El mismo Alcázar experimenta notables reformas interiores, como las que se pueden detectar a partir de las decoraciones de yeserías y ataurique recuperadas durante las excavaciones en los Baños del Campo Santo de los Mártires o en el llamado Patio de Mujeres del Alcázar Cristiano, y que muestran una potente remodelación del desarrollo interno de este edificio durante el gobierno almohade. También erigen un palacio extramuros, el Qasr Abi Yahyà. Las fuentes comentan que estaba situado sobre el río Guadalquivir y sostenido por una estructura de arcos; aunque existen algunas hipótesis sobre su ubicación exacta, hasta la fecha no existe una constatación arqueológica clara.
Probablemente la seguridad que imprime el gobierno unitario, así como el peso estratégico e ideológico que va adquiriendo la ciudad,propicia una recuperación de la actividad económica y un aumento de la población en la segunda mitad del siglo XII. Este hecho se traduce en una densificación de la ciudad intramuros; especialmente en la Axerquía, como muestra el barrio residencial excavado en la Huerta del Palacio de Orive, con importantes casas decoradas con ricas pinturas parietales. Pero también extramuros, apareciendo diversos barrios sobre las antiguas ruinas omeyas, como el nacido junto al sector de producción alfarera de la Avenida de Ollerías, la zona residencial/productiva descubierta en torno al actual Rectorado de la Universidad de Córdoba, el espacio de producción de aceite en la zona arqueológica de Cercadilla, o el barrio de viviendas lujosas ubicado al Norte de la actual Avenida de Ronda de los Tejares, próxima al muro septentrional de la Medina. Este último podría corresponder con el barrio de la Mezquita de Kawtar que recogen las fuentes árabes para el siglo XII. El resto de la ciudad mantendría aún en uso los principales edificios religiosos y civiles levantados desde época omeya intramuros, así como parte de los espacios funerarios heredados.
Tal expansión urbana parece ser efímera, ya que entre 1180 y 1190 estos sectores periurbanos son abandonados según la cerámica recuperada. Además, se constata en la mayoría de los casos un abandono rápido y violento de los mismos, como evidencian los estratos de cenizas, los fragmentos de armas encontrados en ámbitos domésticos o, por ejemplo, las sepulturas descubiertas en el barrio alfarero de Ollerías: se documentaron niños, mujeres y ancianos con evidencias de muerte violenta, dispuestos y orientados correctamente, pero ubicados inusualmente en uno de los almacenes del alfar. Muy seguramente son indicios de la fuerte presencia de tropas cristianas en la periferia cordobesa, constatada en las fuentes desde 1182.
En estas mismas fechas se levantaría un recinto amurallado en lo alto de la Colina de los Quemados, según los restos documentados en el actual Parque Zoológico, con lienzos de tapial y torres cuadrangulares que pudieron delimitar un recinto destinado a las amplias tropas almohades, y que permitiría también vigilar el espacio extramuros y, muy especialmente, el entorno suroccidental de la ciudad y su Alcázar.
Las descripciones que nos han transmitido las fuentes cristianas en el momento de la conquista, acaecida en 1236, retratan ya una ciudad islámica en decadencia,especialmente después de la derrota del Imperio Almohade en 1212, ya pasado su momento de auge, y rota de nuevo la unidad política del territorio andalusí.
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